Trabajar desde casa, que alguna vez fue un lujo poco común para los empleados de oficina, ahora abruma a las personas y esta perjudicando a los trabajadores canadienses.
Sin una oficina para dejar físicamente al final del día, las líneas que definen "tiempo de trabajo" y "tiempo en casa" se vuelven borrosas y muchos están invirtiendo varias horas más por día a sus trabajos por el mismo salario; sin poder desconectarse adecuadamente al "finalizar sus jornadas laborales" porque el trabajo desde casa significa tener acceso a un teléfono o computadora, sin importar dónde ni cuándo.
Más de un año después del inicio de la pandemia, activistas y gobiernos de todo el mundo, incluso aquí en Canadá, se preguntan por qué los derechos laborales no reflejan adecuadamente esta nueva normalidad y por qué los trabajadores no tienen disposiciones legales para "desconectarse".
El gobierno federal ahora está pidiendo comentarios del público sobre posibles derechos laborales y protecciones para aquellos que pasan largas horas trabajando desde casa y que debido a ello se sienten fatigados y aislados digitalmente en el proceso.
La llegada de tales reglas podría "asegurar que los trabajadores tengan un equilibrio positivo entre el trabajo, la vida y el bienestar propio" y ayudaría a "establecer expectativas claras sobre el uso de dispositivos de comunicación en el lugar de trabajo, como teléfonos celulares, una vez finalizada la jornada laboral", afirma Ottawa en un comunicado y con su nueva convocatoria a la ciudadanía para que comparta su opinión sobre el tema.
Incluso se ha designado un comité asesor especial para examinar nuevas regulaciones que podrían agregarse al Código Laboral de Canadá para reflejar mejor las realidades del lugar de trabajo en medio de la pandemia del COVID-19.
Los residentes pueden compartir sus experiencias de trabajo desde casa con el gobierno por correo electrónico, en un foro público especial y/o respondiendo a una serie de preguntas específicas en línea hasta el 30 de abril.
ARTÍCULO POR: BECKY ROBERTSON
EDICIÓN Y TRADUCCIÓN POR: ELIANA GONZÁLEZ