El líder conservador, Pierre Poilievre, responsabilizó al gobierno del primer ministro Trudeau y al NDP por lo que él llamó como la peor ola de crímenes violentos que haya vivido el país, señalando que es el resultado de las reformas al código penal canadiense que promovieron ambos partidos.
Poilievre se refiere específicamente a la ley C-5, que eliminó las penas de prisión obligatoria para algunos delitos, con el objetivo de evitar la desproporcionada representación de grupos marginados en el sistema de justicia, como los nativos o la comunidad negra. Pero que a su vez facilitó la obtención de la libertad bajo fianza para algunas ofensas.
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