Los refugiados y solicitantes de asilo, desesperados por encontrar un lugar donde quedarse, siguen siendo rechazados de la principal red de refugios de Toronto. Así lo ha confirmado el personal de la ciudad, semanas después de que la alcaldesa Olivia Chow dijera que la política de redirigir a los recién llegados a otros lugares había sido revertida.
Los refugios de la ciudad se han visto al límite de su capacidad últimamente y organizaciones locales, como Iglesias, han estado tratando de suplir el vacío de espacios para solicitantes de asilo y refugiados.
Esto a pesar de una moción presentada por Chow y aprobada por el consejo en julio que ordenó al personal de la ciudad garantizar que cualquier persona, independientemente de su estatus, pueda acceder a un refugio si hay espacio disponible.
En mayo, la entonces alcaldesa interina Jennifer McKelvie anunció que, a partir del 1 de junio, los recién llegados que solicitaran refugio serían remitidos al gobierno federal una vez que se llenaran las camas específicas para refugiados de la ciudad, en lugar de ser remitidos al sistema de refugio básico.
McKelvie lo describió como una decisión difícil, tomada frente a una desesperada escasez de capacidad de alojamiento, así como a lo que el ayuntamiento ha calificado durante mucho tiempo de apoyo financiero inadecuado por parte del gobierno federal.
La medida dejó a una multitud de personas, muchas de ellas huyendo de países africanos para una nueva vida en Canadá, durmiendo en la calle. A medida que la crisis se disparó, el gobierno federal prometió $97 millones adicionales para la ciudad: unos fondos que fueron bienvenidos, aunque menos de lo que el personal de la ciudad había identificado como necesario.
Y al día siguiente de asumir la alcaldía, Olivia Chow dijo que la política de remitir a los recién llegados al gobierno federal ya no estaba en vigor.
Sin embargo, trabajadores comunitarios están denunciando que a los recién llegados aún se les está negando el acceso a camas en los refugios de la ciudad.