En la madrugada del 6 de febrero, el sureste de Turquía y una parte de Siria quedaron devastados por uno de los terremotos más mortíferos en cien años.
La sacudida de magnitud 7,8, seguida de otra nueve horas después, dejó al menos 59.000 muertos, casi 8.000 de ellos en el lado sirio.
Las imágenes de la catástrofe y de los esfuerzos de rescate de supervivientes dieron la vuelta al mundo. El frío fue un factor importante, pues las personas atrapadas no solo corrían el riesgo de morir a causa de sus heridas, sino también de hipotermia. Cerca 8,000 personas fueron sacadas con vida de los escombros.
Los daños materiales se estiman en más de 110.000 millones de dólares.
El 8 de septiembre se registró otro sismo mortífero en Marruecos. A las 23H11 (22H11 GMT), un violento terremoto sacudió la región de Marrakesh.
Con una magnitud estimada entre 6,8 y 7, es el más fuerte jamás registrado en este país y deja casi 3.000 muertos y más de 5.600 heridos.
La sacudida daña unos 60.000 hogares en cerca de 3.000 aldeas del Alto Atlas y sus alrededores, algunas de muy difícil acceso.
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